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hit counter Ciudad de ilusiones: SIN ESPERARLO

Ciudad de ilusiones

lunes, julio 14, 2008

SIN ESPERARLO

Marta subió al metro que llevaba 10 minutos esperando. Se le habían hecho una eternidad porque, en aquel preciso instante, lo único que deseaba era llegar a su casa cuanto antes. Meterse en la cama sin cenar, sin hablar con nadie. Pese a que no era ya hora punta, su vagón estaba abarrotado de gente. Almas que deambulaban como autómatas, entrando y saliendo, empujados automáticamente sin reparar en el más mínimo movimiento de sus cuerpos. La cotidianidad, que nos supera a todos, y puede más que cualquier fuerza. Estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no explotar allí mismo. Había tenido, sin duda, uno de los peores días de su vida. Un día de mierda, que deseaba olvidar cuanto antes.

Marta esperó a que la gente bajara, y aún con una lagrima resbalando por su mejilla, subió al metro, e intentó buscar un hueco para apoyarse.

Se decía que había aguantado demasiado y, como consecuencia, había llegado a su límite. Se sentía sola, porque lo había dejado con su pareja no hacia más de una semana. Un tipo sin reservas, al que sólo le importaba todo lo relacionado con él, corazón de piedra. Incapaz de regalar una caricia porque sí. Demasiado obstinado para pronunciar un te quiero un puñetero solo segundo de su miserable vida. Pero ella le quería. Nadie le había enseñado a evitar amarle. Y sólo su recuerdo le producía el mayor dolor del mundo.

Para colmo había tenido un día horrible en el trabajo. Absolutamente todo le había salido al revés, incapaz de redactar una sola nota. Cuanto más lo pensaba, más deseaba gritar contra el mundo, mayor era su deseo de acabar con todo. Quería asegurarse de que todos se enteraran de su rabia y su dolor. Y cuando por fin se disponía a coger aire para explotar de una vez por todas y sin miramientos, le vio a él. Le estaba observando unos metros más allá, entre la gente. No le conocía. Estaba segura que no lo había visto jamás en su vida. Pero su cara se le antojó la paz personificada. De pronto se ruborizó, y aún se sintió más desgraciada, por compartir su malestar con un desconocido. Sin que ella lo supiera, él la llevaba observando tiempo atrás. No cabía en su mente cómo alguien de apariencia tan dulce pudiera sentir tanta impotencia y tanta tristeza en su ser. Sentía un deseo enorme de abrazarla, por una fuerza irreconocible, porque jamás había hablado con ella. Más aún, sabía que Marta desconocía su existencia. Él, sin embargo, soñaba con ella todas las noches, buscando el momento preciso para acercársele, para invitarle a entrar en su vida. Y así, se dormía a diario, pensando que ese momento llegaría al día siguiente, cuando se armaría de valor en el trabajo, porque con ella llevaba trabajando un año, y la invitaría a un café. A ella, que nunca había reparado en su existencia...

Y sin saber por qué, Marta advirtió un enorme sentimiento en aquella mirada. Un te conozco y voy a hacer que dejes de sufrir para siempre. Y así fue acercándose hacia él, con carita de arrepentimiento, inconsciente de sus pasos, abriéndose camino entre las almas sin rumbo. Con carita de necesito que me saques de aquí, que me hables de las cosas buenas de la vida, y me digas porque acabas de arrancarme una sonrisa con tan solo una mirada.

El resto... forma parte de otra historia.

2 Comments:

  • At 2:14 p. m., Anonymous Anónimo said…

    'Con carita de necesito que me saques de aquí, que me hables de las cosas buenas de la vida, y me digas porque acabas de arrancarme una sonrisa con tan solo una mirada'
    En una frase has definido un momento inigualable... Me ha encantado la versión de la historia...
    Y para terminar, sólo decirte que tú me arrancas buenas sonrisas todos los días guapísima!

     
  • At 1:51 a. m., Blogger Ana Delgado said…

    bonita historia...sigue contando historias así,para alegrarnos un poquito más la vida
    un besazo

     

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