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Ciudad de ilusiones

sábado, abril 23, 2005

FESTIVIDAD DE SANT JORDI
Cuenta la leyenda que la tradición catalana del Dia de Sant Jordi tiene su escenario en la población de Montblanc. Allí vivia un dragón que era el más poderoso de todos los dragones ya que podía moverse por el cielo, la tierra y el agua. Y la princesa que allí habitaba era la más princesa de todas, pues era la única hija del rey. El terror que el dragón imponia era terrible. Cada dia devoraba decenas de animales, hasta que un día no quedó ninguno en el reino.
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Fue entonces cuando hizo falta sortear a personas para saciar el hambre de la bestia. Y el rey, que era más rey que ninguno incluyó a su família en el sorteo. Y de la olla salió el nombre de su princesa. El rey aceptó el destino, y no quiso hacer ningún cambio con ninguno de los montblanquenses que se ofrecieron. Vestida de blanco, la princesa fue al sacrificio.
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Y de la nada, surgió un joven cavallero, armado de pies a cabeza, guiando un enorme caballo blanco, con la única finalidad de liberar a la princesa. Era hermoso como el sol, y respondia al nombre de Jordi. Con valentía envistió con furia al dragón que venia directo a por la princesa, y lo dejó medio muerto, confundido y sin fuerzas. Entonces el cavallero, con la cinta que envolvia la cintura de la joven, ató al dragón y con un golpe de su lanza lo remató, dejándolo en el suelo.
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Cuenta esta leyenda que allí donde el dragón cayó y dejó su sangre nació un rosal de rosas rojas como la sangre. Y que Jordi el cavallero cogió la más hermosa y la ofreció a la princesa y que entre los gritos y vítores de los habitantes de aquel poblado cruzó la muralla y marchó sendero abajo. Esta gesta aún hoy es conocida, y existe áún hoy el Portal de Sant Jordi.
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Le leyenda ha perdurado y se ha convertido en tradición. Una tradición que en tierras catalanas se celebra el 23 de abril. Este día, las chicas regalan a sus parejas un libro, y los chicos recuerdan la festividad regalando a sus amadas una rosa. Las calles de las ciudades se llenan de colores. Paradas de rosas, no solo rojas sino todos los colores posibles, y de puestos de libros abarrotan cada rincón de la ciudad.